Yo no quiero una tumba con mi nombre
donde se quiebren rosas y azaleas,
donde mengüe el paso de los hombres
como mengua en la playa la marea.
Yo no quiero maderas ni carraras
ni cruces, ni panteones, ni cenizas.
Enterradme debajo de una parra
si os espantan las tierras porquerizas.
¡Allá Caronte con el óbolo que pide!
¡Allá los hórridos gusanos de las fosas!
¡Allá la Iglesia con su Infierno baladí!
Cuando muera prefiero que me olviden.
Si al fin el vasto mundo con sus cosas
también se habrá perdido para mí.