20 octubre 2008

Santificarás las fiestas, dirigida por Andrea Garrote

Santificarás… forma parte de un decálogo sobre los mandamientos del catolicismo para el que el Rojas convocó a diez dramaturgos, en una especie de revés de la Heptalogía spregelburdiana.



La idea del texto es más o menos simple y divertida: una mujer decide contratar a un taxi-boy y hacerlo pasar por su novio delante de su familia -constituida por una tía cruel, un poco tocada, y una hermana anoréxica- en la fiesta de fin de año. La madre murió para la misma fecha, un año atrás. Y su fantasma, aparentemente, vaga por la casa. Pero el taxi-boy no se presenta a la cita. La pobre mujer decide tentar al primer desconocido que se le cruza, bajo la lluvia, para que le salve las papas. Eduardo acepta, vaya uno a saber por qué, y van a pasar un cualquier-cosa-menos-feliz año nuevo a casa de la mujer.

Con ese argumento, uno podría pensar rápidamente en una comedia de enredos. Es más, podría pensar en una clásica comedia de enredos. Pues no. Si bien la puesta tiene momentos sumamente graciosos, lo que predomina es un sentimiento ambiguo de tragedia o, mejor, de desastre. El universo dramático que construye Garrote se define por la tensión que generan en el espectador las enfermizas relaciones que conservan más o menos unida a esa familia extravagante. Como en ciertas obras de Veronese, uno se ríe pensando que debería aterrorizarse o es que está tan loco como los personajes.

La directora dice -con acierto- que es una obra de actores. De actuación. Es decir, la propuesta textual se sostiene sólo a través del trabajo a la vez rotundo y sutil de los actores. Garrote, una experta en estas cuestiones, no defrauda al respecto. Nos sentimos obligados a anotar, quizá injustamente como otras veces, la monstruosa tía que compone Amanda Busnelli, una revelación absoluta.

Resulta interesante leer lo que la directora opina:
"Santificarás las Fiestas" es el tercer mandamiento. Pero, si el sentido religioso de las fiestas no ha sobrevivido y el verbo santificar nos resulta extranjero en la boca, ¿cómo se entiende el mandamiento a cumplir? Con la redundancia: Festejarás las Fiestas. Festejar como imperativo encierra una paradoja que, como tal, envuelve semillas de conflicto al vaciarse el festejo como una disposición de espíritu. La orden se nos vuelve abstracta. Concretamente, ¿qué tenemos que hacer? Juntarnos a comer. Comerás en las fiestas. Ay, qué difícil puede ser esperar el primero de año cuando comer -esa orden de la naturaleza- se nos ha vuelto un trastorno cotidiano.

La idea tratada aquí se convierte escénicamente en una dificultad para comer, con varias intensidades: desde la desidia de la tía hasta la anorexia militante de Otilia -la hermana menor-, pasando por la timidez del “novio” y los conflictos de la hermana mayor con su cuerpo. Siendo una obra basada en un mandamiento, es imposible no leer aquellos desarrollos que Freud leyera en la mitología católica a propósito de la Última Cena (ver Tótem y tabú). Como nosotros no somos psicólogos (más bien, somos carne de diván), nos abstenemos de hacer semejantes interpretaciones y las dejamos a la curiosa imaginación de nuestros lectores.

Andrea me comentaba de las dificultades que habían tenido para adaptar la obra a la nueva sala, ya que venían del Rojas y pasaron al espacio chico del Kafka. A propósito de eso, me decía que la función que vi (el estreno en la nueva sala) había perdido algo de comedia. Debe tener razón, pero a mí me gustó mucho de todos modos. El trasfondo siniestro que se insinúa constantemente en las relaciones familiares resultaba tanto más opresor cuando los chistes eran apenas enfáticos y contribuían a acentuar hasta lo monstruoso la incomodidad de ese encuentro, en el que festejar el año nuevo significaba, apenas, plantarse frente a un plato de comida como quién se sienta a morfarse a Cristo.

Para terminar, una anécdota jocosa. El viernes llego al teatro media hora antes, raro en mí. Por tanto, entro ni bien dan sala y elijo una ubicación perfecta: segunda fila al medio. Perfecta para ver, pero algo incómoda hasta que se termina de acomodar el público. Como soy un caballero -muy a pesar de mi condición de crítico simiesco- me corro para dejar pasar a unas damas que intentaban sentarse a mi lado (¡dejen sus suspicacias galantes a un lado, por favor!). Entonces… entonces -horresco referens!- la pata de mi silla se mete en un pequeño agujerito y se hunde inexorablemente. Y el envarado crítico se va al carajo con asiento y todo, desparramando cuanta silla le queda a mano. Igual, no hubo que lamentar consecuencias. Recordemos que la última vez que me caí, en mayo, me fracturé 3 vértebras. El viernes, apenas me magullé el orgullo. Ya sanará.

Los actores, un poco asustados por el resultado de la función, le comentaron a Andrea: “Encima se cayó una persona”. Ella, en tren de joda, les dijo: “Era un crítico… ¡y encorsetado! Pero tiene buena onda…” En honor a esa buena onda (y a la excelente obra que el grupo está mostrando) hago esta reseña.

Santificarás las fiestas se puede ver los viernes a las 21:45hs en elkafka (Lambaré 866). Si mencionan esta nota al comprar la entrada, se les cagan de risa en la cara. Favor de no hacerlo, la casa no acepta reclamos. ¿A qué iba? Ah, sí. ¡VAYAN A VERLA!

P.D.: No pongo monitos porque ya estoy cansado de parecerme a Clarín.

2 comentarios:

NaNa dijo...

MUY BUENA REFERENCIA!! ESPERO NO QUEDARME CON LAS GANAS DE VERLA COMO SUELE PASARME.
GRRRRRRRR!!
SALUD!!

Anónimo dijo...

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