30 diciembre 2008
Destino - Bastardos
19 diciembre 2008
Osvaldo Lamborghini, una biografía

Empecemos por dos adjetivos: apabullante y formidable. Por su increíble caudal de datos, por la extravagante vida del biografiado, por el modo impecable en que ésta se entrecruza con su literatura, por la soltura narrativa del biógrafo. Ricardo no es un periodista de Clarín que escribe sobre algún personaje más o menos notorio de la actualidad (ahí están como ejemplos, las recientes biografías de D’Elía, Moyano y Moreno), sino un novelista. Y de los buenos. Esto es casi ineludible para que un libro de casi 900 páginas de letra más bien chica, resulte por lo menos legible. Aunque, para hacer honor a la verdad, éste no sólo es legible, sino que es atrapante. Bueno, se me cayó otro adjetivo.
No creo que tenga demasiado sentido hacer aquí un resumen del “contenido”. Supongo que todos se lo imaginan. Desde la abuela Lamborghini hasta la muerte de Osvaldo, su vida -y aledaños- se despliega bajo todos los calificativos que ya enumeramos arriba. Pero, como decía Garamona (el editor) en la entrevista que le hiciéramos para el número 3, la biografía es también un friso de la época, donde las tropelías de O.L. sirven como excusa para leer las tensiones políticas, culturales y sociales que atravesaron (atraviesan, acaso) una época.
A propósito, me resulta interesante poner en relación el recorrido político-literario de Lamborghini y el de algunos de sus contemporáneos. Mientras que la radicalización de la militancia significó el cese de la producción literaria para varios de los escritores centrales de la época, ya sea por razones filosófico-político-éticas (como es el caso de Walsh en un comienzo) o por la desaparición y luego la muerte (como Paco Urondo, Miguel Ángel Bustos y el propio Walsh después de la Carta abierta a la Junta Militar); Lamborghini parece recorrer el camino inverso. La irrupción de El fiord, ese texto límite, parece inhabilitar la militancia que, tibia pero orgánicamente, O.L. ensayaba en esos tiempos.
Ahora me voy a pelear con Tabarovsky. En su columna de Perfil del 29 de noviembre, pone en paralelo el libro de Strafacce con Borges a contraluz, de Estela Canto y con La operación Masotta, de Correas. Más allá de que él mismo se desdice en el artículo, cuando propone que las dos “biografías” replantean el género (cosa que, por supuesto, hace todo gran libro), Tabarovsky no parece advertir una diferencia fundamental: tanto la de Canto como la de Correas son biografías escritas en contra del biografiado y, en todo caso, permiten una suerte de pirotecnia resentida, una catarsis del tipo de la que Gusman ensaya en el texto incluido en Y todo el resto es literatura (Interzona, 2008). Strafacce, en cambio, escribe desde una positividad furiosa y segura de sí misma. No desde un recuerdo mañoso y malintencionado, sino desde la posición de un novelista que ha recopilado cantidad de datos y testimonios y se dispone a construir con ellos un libro que no niegue ni afirme del todo ninguno de ellos. La única verdad indubitable es, entonces, la verdad del estilo.
Ya que hablamos del estilo, el de Strafacce es decididamente clásico. La Licenciada Turdera opina, desde la contratapa de La Boliviana, que Ricardo escribe “como una vie

Por si todo lo dicho fuese poco, Strafacce se da el lujo de intercalar fragmentos inéditos y, lo que es más notable, análisis sumamente atinados de la obra lamborghiniana. Está claro que un biógrafo no tiene ninguna obligación de leer críticamente a su biografiado. También está claro que la mayor parte de las veces que eso sucede, el resultado es más bien desechable. Aquí, en cambio, la lucidez de Strafacce fulgura contra la opacidad del libro que citaba más arriba (Y todo el resto es literatura). Otro poroto para Osvaldo Lamborghini, una biografía.
Llegado a este punto, me sorprendo de eso, de haber llegado a este punto. Y sin hacer manganetas aprendidas de Lope (ya saben: “Un soneto me manda hacer Violante, / que en mi vida me he visto en tanto aprieto; / catorce versos dicen que es soneto, / burla burlando van los tres delante.”). Pero ya es suficiente. Comentar, más o menos tontamente, un libro de las características del que nos ocupa, siempre es ocioso. Lo que hay que hacer es comprarlo. Dejarse de chácharas y comprarlo. O pedirlo prestado. O algo así. Y leerlo. Ese es el punto. Por cierto, si usted, señor/a, es de los que prefiere mirar la última página del diario y, mientras se aburre en la sala de espera del dentista, detenerse apenas en las opulentas postales que traen las revistas, sin reparar siquiera en los pies de foto, el libro trae unas treinta láminas fuera de texto con fotos inéditas. Aunque, pensándolo mejor, siga con la Paparazzi y no se moleste.
15 diciembre 2008
Salió La Costurerita
Acá dejamos la tapa del número 1, para que se encandilen con el desfile de notables:

Aunque no sabemos a ciencia cierta, suponemos que se puede comprar en las siguientes librerías:
Librería de las Madres -Hipólito Yrigoyen 1584 (Congreso) tel: 4382-3261
Librería Santa Fe - Av. Callao 335 (Centro)
Gambito de Alfil - José Bonifacio 1402 (Caballito)
Libreria del Mármol - Lavalle 2015 (Centro)
Norte - Avda. Las Heras 2225 (Barrio Norte) tel: 4803-3944
Librería y Florería Savia -Honduras 5328 (Palermo)
Otra lluvia libros -Bulnes 640 (Almagro) tel. 4866-4440
Boutique del libro -Thames 1762 (Palermo viejo) tel: 4833-6637
Paidós del Fondo - Santa Fe 1685 (Centro)
Fedro - Carlos Calvo 578 (San Telmo)
Antígona (C.C.C) - Av. Corrientes 1543 (Centro)
Si no tienen suerte, prueben escribiéndole al Suri: elsuriporfiadodistribucion@gmail.com.
Desde 150monos, 300 palmas de manos y 300 de pies aplauden la salida de La Costurerita. Lástima que no la podamos sumar al SIRENA sin temer las represalias de los grupos de choque feministas... Es chiste, ¡es chiste!.
05 diciembre 2008
Una llanura, de Pamela Bertoni
Aprovechando las virtudes multimedia de los blogs, 150monos estrena espacio cinematográfico con Una llanura, cortometraje de Pamela Bertoni, quien además es poeta, fotógrafa y artista plástica.
La peli, cuyo argumento no voy a contar para no ser aguafiestas, tiene -entre otras virtudes- un tratamiento de luz muy interesante: haciendo honor a su vertiente pictórica, Bertoni recorre un camino que va desde Magritte (el plano sobre el que sobreimprime el título, al comienzo, recuerda vagamente a El imperio de la luz) hasta Juan Lascano, cuyas naturalezas muertas resuenan en el primer interior en la casa del paisano. Por otro lado, hay un laburo minucioso con la mirada. Mientras en los interiores la cámara se detiene largamente en planos cerrados sobre los objetos, como una intrusa curioseando; en los exteriores la sensación de inmensidad se acentúa aprovechando la profundidad de plano.
Bueno, suficiente. Acá está para ver. Y completa: