Llega el momento de reseñar el último proyecto de graduación de actores del IUNA. Ya hablamos de la obra que dirige Luis Cano, de la que dirige Analía Couceyro y ahora le toca a la obra que dirige Tarrío.
El Cristal, según se anuncia desde el programa de mano, es un parque de atracciones. Luego de un comienzo musical, los espectadores son divididos en tres grupos independientes y comienzan el recorrido por las “atracciones”, que son tres obras diferentes representadas en tres espacios diferentes.
Este recorrido, que -obviamente- difiere para cada grupo, configura el primero de los aspectos que me interesa anotar: un uso teatral del espacio que excede al ámbito escénico. Como el paseo en bondi que se realizaba antes de ingresar a la sala en la puesta de Cleansed de Mariano Stolkiner, aquí el sugerente edificio de

Por otro lado, es interesante pensar las trayectorias ficcionales que propone El Cristal. Como se indica en el programa de mano, la obra nace de una foto. Cito al director: “En la foto, mi mamá canta en un hotel de Río Tercero, Córdoba, carnaval de 1952. Los actores trajeron las fotos de sus familias y empezamos a filmar todo lo que se mueva.” En esa relación entre lo biográfico y sus derivaciones reside la estructura de ficción de la obra, como una apropiación más o menos difusa de cierta “memoria emotiva” (es en joda) de los actores y el director. El fragmento de Tarrío condensa el procedimiento en apenas una frase: de la fotografía como testimonio inmóvil del pasado al registro de “todo lo que se mueva” y de allí, al puro presente teatral. Sin embargo, lo autobiográfico como procedimiento metaléptico se conserva en la coincidencia entre los nombres de algunos personajes y los de los actores que los encarnan. Si uno hace el recorrido que me tocó a mí - La habitación, El pozo, La casa-, la niña que canta en la foto vuelve a aparecer en la última atracción: el signo de la ruptura diegética se invierte y ahora el universo ficcional contamina la percepción que inicialmente teníamos de aquella foto familiar, para cargarla de un sentido difuso e inquietante.
Saliendo del terreno de la especulación crítica, si así puede llamársele a un par de consideraciones apresuradas, debemos saludar (estoy un poco arcaico hoy) las excelentes actuaciones, las muy buenas interpretaciones vocales (todos cantan bien, ¡da una envidia!) y la notable precisión cronométrica con que los universos ficcionales de las tres atracciones se interpenetran por la aparición de personajes de unos en los otros.
El vestuario -que incluye un traje de superhéroe- es excelente, aunque suponemos que los actores lo padecerán un poco en las crudas noches de este otoño. Gajes del oficio, que les dicen.
La iluminación, la escenografía y el campo sonoro están muy bien logrados, aportando lo suyo para que el conjunto de la obra resulte convincente, sólido y sumamente recomendable de ver.
Las funciones son en la Sede de Venezuela del IUNA (Venezuela 2587), los sábados a las 21:00 hs. Dejo teléfono y lo haré de aquí en adelante: 4308-5046.
La ficha técnica puede consultarse acá.
P.D.: Pido disculpas por un error que se me pasó en la reseña de Tren: la obra se está poniendo en Anfitrión, no en El Artefacto. Hecho el descargo, espero no estar pifiándole en nada con este texto.